Esta lectura de Manuel Sacristán, pone de manifiesto la concepción del mundo, que no es saber ni conocimiento, sino que se entiende como una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto. Buena parte de la consciencia de la vida cotidiana puede interpretarse en términos de principios o creencias muchas veces implícitas en el sujeto que obra o reacciona. Esos principios o creencias están explícitos en la cultura de la sociedad en que vive. Esa cultura contiene un conjunto de afirmaciones acerca de la naturaleza del mundo físico y de la vida. La parte contemplativa está íntimamente relacionada con la parte práctica, a través de la existencia o inexistencia de un principio ideal o espiritual que sea causa del mundo.
La existencia de una formulación explícita de la concepción del mundo en la cultura de una sociedad no permite averiguar cuál es la concepción real del mundo, pues el carácter de sobreestructura que tiene no consiste en ser un mecánico reflejo de la ealidad social y natural vivida.
Para el estudio de las relaciones entre concepción del mundo y ciencia positiva basta con atender a los aspectos formales. Las concepciones se suelen presentar desde una visión religiosa o filosófica.
La filosofía sistemática presenta la pretensión de dar de sí por razonamiento el contenido de las ciencias positivas. Aunque esta pretensión fracasa hacia mediados del siglo XIX. Y el que las concepciones del mundo carezcan de las características del conocimiento positivo es cosa necesaria, ya que contiene afirmaciones sobre cuestiones resolubles por los métodos decisorios del conocimiento positivo.
En la lectura podemos encontrar otra concepción, ésta es la marxista. La concepción materialista y dialéctica del mundo está movida por la aspiración a terminar con la obnubilación de la consciencia, con la presencia en la conducta humana de factores no reconocidos. Por esto podemos decir que es una concepción del mundo explícita.
La concepción marxista del mundo no puede considerar sus elementos explícitos como un sistema de saber superior al positivo, ya que su punto de partida y llegada es la ciencia real que no puede explicitar más la motivación de la ciencia misma. Esa motivación se denomina inmanentismo. Es el principio de que la explicación de los fenómenos debe buscarse en otros fenómenos y no en instancias superiores al mundo.
Por todo esto podemos decir que el análisis marxista propone entender la individual situación concreta sin postular más componentes de la misma que los resultantes de la abstracción y el análisis reductivo científicos. Y el universo del discurso es el nivel de la comprensión de las concreciones o totalidades, que son ante todo los individuos vivientes y los presentes históricos localmente delimitados. Para finalizar el universo como totalidad no puede pensarse si no es dialécticamente, sobre la base de los resultados del análisis.
lunes, 30 de noviembre de 2009
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